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Gramsci, lector de Maquiavelo
Juan Carlos Portantiero
*
“E
l carácter fundamental de
 El Príncipe
no consiste en ser un tratadosistemático, sino un libro viviente en el que la ideología política y laciencia política se funden en la forma dramática del mito...” (Grams-ci, 1975: p. 1555). Así comienzan las
 Noterelle sulla politica del Machiavelli
queAntonio Gramsci redacta en la cárcel entre 1932 y 1934 y que constituyen elgrueso de sus reflexiones sobre Maquiavelo. Tiempo atrás, en marzo de 1927, po-co después de su encarcelamiento por la dictadura mussoliniana, Gramsci deta-llaba en una carta su voluntad de encarar una serie de estudios
 für ewig
, “parasiempre”, que pudieran absorber y centralizar su vida intelectual ante el desgastemoral que proponía la larga condena pedida por los fiscales fascistas. Ese plan,que nutrirá los treinta y tres cuadernos que redactará en prisión, incluía un estu-dio sobre la función cosmopolita de los intelectuales italianos del cual el análisisde la figura de Maquiavelo constituiría un capítulo central. Gramsci leerá a Ma-quiavelo con ojos de político, no de académico; con la mirada de quien es el fun-dador de un partido que asume para sí tareas de transformación revolucionaria dela sociedad y que quiere ser protagonista de la fundación de un nuevo Estado. Poreso el Maquiavelo gramsciano será sobre todo el de
 El Príncipe
y de
 El arte dela guerra
y no el pensador republicano de los
 Discursos sobre la primera déca-da de Tito Livio
, marcando una escisión que significaría -según Gramsci- “una di-sidencia trágica” en Maquiavelo que no puede separarse del ideal republicano pe-ro que a la vez comprende que sólo la monarquía absoluta puede resolver los pro-blemas de su época: la fundación de un Estado en una sociedad corrompida.149
*
Sociólogo, Profesor de Teoría Sociológica, Investigador del CONICET, ex Decano de la Facultad de CienciasSociales (UBA).
Portantiero, Juan Carlos. Gramsci, lector de Maquiavelo. En publicacion: Fortuna y Virtud en al República Democrática. Ensayos sobre Maquiavelo. Tomás Várnagy CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. 2000. ISBN: 950-9231-54-1Disponible en la web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/maquiavelo/portantiero.pdfFuente: Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales de América Latina y el Caribe de la red CLACSO - http://www.clacso.org.ar/biblioteca
 
Fortuna y virtud en la república democrática
¿Qué le interesa a Gramsci de
 El Príncipe
dentro del marco de reflexión queha elegido? La explicación del fracaso en la constitución del Estado nacional ita-liano por lo que califica como el “carácter cosmopolita de los intelectuales” y porla función universal (y, por tanto, no nacional) que el papado va a cumplir en eseproceso histórico. Así lo señala en los
Quaderni
:“... Las razones de los sucesivosfracasos de crear una voluntad colectiva nacional-popular hay que buscarlas en laexistencia de determinados grupos sociales que se forman con la disolución de laburguesía comunal, en el carácter particular de otros grupos que reflejan la fun-ción internacional de Italia como sede de la Iglesia y depositaria del Sacro Impe-rio Romano. Esta función y la posición consiguiente determinan una situación in-terna que puede denominarse económica-corporativa, es decir, políticamente, lapeor de las formas de sociedad feudal, la forma menos progresiva y más estanca-da. Faltó siempre y no podía constituirse una fuerza jacobina eficiente, precisa-mente la fuerza que en otras naciones ha suscitado y organizado la voluntad co-lectiva nacional-popular fundando los Estados modernos...” (p. 1559).El fracaso del Maquiavelo de
 El Príncipe
, el hecho de que sus prescripcionesno hayan encontrado un jefe capaz de realizarlas es lo que llevó al retraso secu-lar de la constitución del Estado nacional italiano. Ya el joven Hegel, el primergran apologista del pensador florentino, había visto en Maquiavelo “... una seriacabeza política en el sentido más grande y más noble...” capaz de plantear una so-lución para el mismo problema de fragmentación que padecía todavía entoncesAlemania. “... En la época de su desgracia -escribe- cuando Italia se precipitó ensu miseria (...) un hombre de Estado italiano, profundamente conmovido por es-ta situación de miseria general, de odio, de desorden, de ceguera, concibió confría serenidad la necesaria idea de salvar a Italia mediante su unificación en unEstado...” (Hegel, 1972: p. 120).Esa idea de fundación de un nuevo Estado es la que Gramsci recoge de lasprescripciones de Maquiavelo; por eso su preocupación casi exclusiva por
 ElPríncipe
como exponente de lo que llama las “... cuestiones de gran política: crea-ción de nuevos Estados, conservación y defensa de estructuras orgánicas en suconjunto; cuestiones de dictadura y hegemonía en vasta escala, es decir, sobre to-do un área estatal...”. Pero esta preferencia por los temas de
 El Príncipe
no colo-ca, en opinión de Gramsci, a ese texto en contraposición absoluta a los
 Discur-sos
: coincidiendo con un comentarista de Maquiavelo, Luigi Russo, quien señalaque
 El Príncipe
es el tratado de la dictadura (momento de la autoridad y del indi-viduo) y los
 Discursos
el de la hegemonía (momento de lo universal y de la liber-tad), Gramsci escribe: “... La observación de Russo es exacta, aún cuando en
 ElPríncipe
no faltan referencias al momento de la hegemonía o del consenso juntoal de la autoridad o de la fuerza. Es justa así la observación de que no existe opo-sición de principio entre principado y república, sino de que se trata de la hipós-tasis de los dos momentos de autoridad y universalidad...” (p. 1564).150
 
AGramsci, entonces, le interesa
 El Príncipe
como “libro viviente” en el queideología y ciencia se fusionan bajo la forma del
mito
. Para Gramsci (como paraSorel, en quien se inspiraba para estas consideraciones) la posibilidad de trans-formar un pensamiento sobre la política en acción política devenía en la capaci-dad de constituir una ideología-mito, “... una ideología política -escribe- que nose presenta como fría utopía, ni como una argumentación doctrinaria, sino comola creación de una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y pulve-rizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva...” (p. 1556).Por eso
 El Príncipe
es un “manifiesto político”, lo que se revelaría claramen-te en su dramático y retórico epílogo, exhortando a apoderarse de Italia y a libe-rarla de los bárbaros. El Príncipe no era una realidad histórica sino una abstrac-ción doctrinaria, “el símbolo del Jefe, del
condottiero
ideal” que quiere conducira su pueblo para la fundación de un nuevo Estado. Pero, en las condiciones mo-dernas, ¿cuál debería ser el carácter del príncipe? Responder a esa pregunta sig-nifica para Gramsci rehabilitar para su presente las preocupaciones de Maquiave-lo y adaptarlas a otra realidad. El Príncipe moderno ya no puede ser una personaconcreta sino un elemento de una sociedad compleja en el cual comience a con-cretarse una voluntad colectiva. Ese organismo es el partido político, “... la pri-mera célula -dice- en la que se resumen los gérmenes de voluntad colectiva quetienden a devenir en universales y totales...” (Gramsci, 1975: p. 1558).La función del partido político, del Príncipe moderno, será entonces la degermen de una nueva voluntad colectiva nacional-popular, además de organiza-dor de una reforma intelectual y moral capaz de generar una nueva concepcióndel mundo. En ese sentido, el antecedente de Maquiavelo es para Gramsci deci-sivo: tanto
 El Príncipe
como personaje, cuanto los jacobinos de siglos después(su “encarnación categórica”) intentaron expresar ambas dimensiones aunquefracasaron en su tiempo. “... Es imposible -escribe- cualquier formación de vo-luntad colectiva nacional-popular si las grandes masas de campesinos cultivado-res no irrumpen
simultáneamente
en la vida política. Esto es lo que intentaba lo-grar Maquiavelo a través de la reforma de la milicia; esto es lo que hicieron los jacobinos en la Revolución Francesa...” (p. 1559).Para Gramsci, como he señalado,
 El Príncipe
es un manifiesto de partido yno un tratado de teoría política, por lo que no valen para su análisis “interpreta-ciones moralistas”. Maquiavelo funda la autonomía de la política, con principiosy leyes diferentes de la religión y de la moral y ese es un punto fundamental por-que innova toda la concepción del mundo. No se puede, por tanto, juzgar a la po-lítica desde las categorías de la moral, sobre todo desde una moral influida deci-sivamente por la religión: la política debe generar sus propios códigos y por esolos procesos fundacionales implican una reforma intelectual y moral. En un lar-go párrafo de los
Quaderni
, Gramsci reflexiona sobre estas relaciones: “... Unconflicto es “inmoral” en cuanto aleja del fin o no crea condiciones que aproxi-151
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